7.9.06



Dijous, 7 de setembre

Sándor Márai: "¡Föld, Föld!" (Terra, Terra!)


¡Föld, Föld! Ese ruso bajito que hablaba sin parar me recordó asimismo a otro personaje literario: el zapatero ruso que en Guerra y Paz explica a Pierre Bezujov, el gran y poderoso señor que cae preso, que dar sentido a la vida humana es una empresa sencilla y quizá no del todo exenta de esperanza... Aquel ruso también me estaba explicando algo a mí, se golpeaba el pecho, miraba hacia arriba, meneaba la cabeza, lloraba a lágrima viva y se secaba el llanto con el puño sin dejar de hablar. Yo lo escuchaba sin decir palabra. Sólo entendí que se sentía muy desgraciado. Así que en un momento determinado le puse una mano en el hombro, y entonces me miró con los ojos llenos de lágrimas. Sonrió con tristeza, como excusándose, y a continuación hizo un gesto, indicando así que se avergonzaba de su propia debilidad.

En ese instante llegó a la casa la joven que convivía con nosotros y que nos servía de intérprete. El ruso parlanchín despertó a su compañero y se fueron sin despedirse, en aquella tarde de enero llena de bruma, hacia la puerta, el jardín, la línea de fuego. En la puerta se detuvo, como quien se acuerda de algo, se volvió y me preguntó cuál era mi profesión. Cuando la intérprete se lo dijo, el ruso le respondió «jarasho», lo mismo que había dicho el primer soldado soviético que yo había conocido. Le pregunté por qué estaba jarasho, por qué estaba «bien» que alguien fuera escritor, por qué creía él que estaba «bien»...

Reflexionó unos momentos. Y respondió midiendo, cuidadoso, sus palabras, pronunciándolas lentamente, con un énfasis especial:

-Está bien porque si tú eres escritor, puedes decir lo que nosotros pensamos.

Sin mirarme, salió despacio junto a su compañero. No volvió la cabeza. La carrera de un escritor no suele merecer muchos reconocimientos. Pero yo conservo esa frase como una condecoración muy especial (...)

Sándor Márai.Tierra, Tierra!. Editorial Salamandra. Traductora Judith Xantus Szarvas. (pgs 57-58)