Dissabte, 6 de maigIgnacio Vidal-Folch ens obre les portes del seu
museu secret de Barcelona, ens posa unes ales i ens fa volar de franc (i sense que ens fem mal).
"Vuelo sin motor" 
(...)
Copertino pegaba buenos sustos a la gente cuando se lo encontraban pegado al techo de cualquier habitación, donde podía permanecer además durante largos minutos. Como él, y como José Oriol, y como los demás santos que tienen acreditado ese don, quién no querría a veces salir volando sin avisar. Es uno de nuestros anhelos atávicos, según nos recuerdan tantos relatos y tantas obras de arte, como la rara película
Brewster McCloud (
El volar es para los pájaros, Robert Altman, 1970) o los ingenios elegantes de Panamarenko, inspirados en los de
Leonardo da Vinci , pero con una importante diferencia, según declaró una vez el artista belga: "Los míos sí vuelan". Luego, viendo la expresión escéptica de la audiencia, matizó: "...Aunque no al cien por ciento"(...)
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