Cromet 45. Sèrie trobades nadalenques. Article aparegut a La vanguàrdia de dilluns.
Celebrar las fiestas
MANUEL TRALLERO
Pobres de ustedes que no lo hagan! Si pertenecen a la cofradía de quienes estas fechas nos dejan hechos polvo los higadillos, sepan que lo tenemos crudo. Quizá sea por la cosa esa de la globalización de marras o a consecuencia del pasado 11-S, uno de sus daños colaterales, pero el caso es que no hacemos ni pizca de gracia, ni así. Hasta ahora éramos unos excéntricos, incluso unos esnobs, estaba de moda llevar la contraria, y nos miraban con ojos comprensivos, unos pobres iluminados, descarriados, pero simpáticos. Pero ahora todo ha cambiado, se han acabado las coñitas. Quien no se toma la píldora de la felicidad cuando corresponde es cuando menos sospechoso, ahí hay un terrorista en potencia. En un programa de televisión una conocida personita acusaba a todos aquellos que no pensaban celebrar la Navidad como ella quería, en su burbuja de mundo feliz, de que "tenían un problema personal". Debo de ser un maniaco depresivo, pero a mí estas fechas me ponen mismamente a caer de un burro. Por lo visto, todo eso de la pluralidad y de la aceptación del otro estámuy bien siempre y cuando no se toque la "escudella i la carn d'olla", y se sustituya por el cuscús, pongo por caso, porque entonces uno queda reducido a la categoría de enfermo mental. ¿Nos piensan recluir por estas fiestas, para que no se las amarguemos? Sin embargo, el colmo fue el señor Ignasi Riera, paladín de las izquierdas. En ese mismo programa coincidió con el señor Bush, el consumo es una forma de patriotismo, al preguntarse qué pasaría con el importante sector del cava catalán de no celebrarse por todo lo alto la llegada de Jesús.
Quiero, pues, desde aquí hacer llegar mi felicitación a los inmigrantes que se negaron a sufragar el gasto de la iluminación de las calles de Ciutat Vetlla, de la misma forma que yo no celebro el final del Ramadán. Quienes invocan la tradición para mantener el actual despilfarro pretenden ignorar que los niños ya ponen la tarjeta Visa en el portal de Belén junto al buey, a los pastores y al "caganer". Y nadie ignora que Papá Noel trabaja para El Corte Inglés y su cuenta de resultados.
Estamos inmersos en la cosa esa de las celebraciones y se celebra todo. Las chicas se ponen de largo cuando cumplen los dieciocho años, más cursis que un repollo verde con un lazo; los estudiantes se gradúan y se hacen una foto para la orla, disfrazados de cardenales para un solemne acto, y las novias se casan de blanco aunque sea la tercera vez que cometan matrimonio. Es una cosa sensacional.
MTRALLERO@teleline.es
Manuel,
He leído tu artículo sobre "celebrar las fiestas" y me ha hecho sonreir. Yo creo que a los que no nos gusta celebrar las fiestas a golpe de pito en vez de celebrar las fiestas nos las celebran. Me explico. Ya podemos hacer todo lo indecible para procurar quedarnos al margen: no salir de casa o irnos a un lugar ignoto, no encender el televisor o quedarnos en un rincón en aquellos lugares tomados al asalto por los celebrantes. Siempre hay un momento en que nos celebran las fiestas sin comerlo ni beberlo. Siempre hay unos días en que estamos condenados a participar. Y pobre de tí que entonces quieras mantener el tipo y mostrarte tal como eres o como te sientes. No te dejan ni pasar desapercibido. Tu ya puedes decirles: estoy, pero como si no estubiese, no os fijeis en mi y no querais hacerme partícipe de la vuestra euforia, alegria o sentimentalismo, que esto no me va, que yo solo estoy aquí por compromiso, por santificar las fiestas familiares. Que va! Ni por esas. Y mira que ya te conocen desde hace años, que tendrían que reconocer esos signos de asistente a la fuerza que manifiestas con tu actitud.
Y cada vez la cosa empeora. Porqué cuando tienes hijos y estos son pequeños aun tienes la coartada de fingir que ellos te tienen ocupada o que distraen tu atención; pero, cuando estos crecen, te quedas solo ante el peligro. Entonces te dan ganas de decir: no volveré más, el año que viene me largo bien lejos para ahorrarme la dosis de sentimentalismo que te quieren hacer beber. Pero pasa un año y otro y las sirenas familiares te atraen de nuevo a su puerto.¿ Habrá llegado ya el momento de lanzar al mar las áncoras de nuestros barcos y hacer oidos sordos a la sirenas que nos reclaman siempre en estas fechas para celebrar su festín? umm, yo creo que el año que viene me agenciaré de una preciosa áncora y me quedaré en alta mar.
Saludos
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